lunes, 20 de junio de 2011

movimintos sociales urbanos

La Alianza Internacional de los Habiantes (IAI) es la red independiente que representa, a nivel global, a las asociaciones y a los movimientos sociales urbanos que defienden el derecho de todos a vivir en una casa segura en una ciudad amistosa, un espacio donde se pueda tener tiempo para uno mismo y para los seres queridos, un lugar donde jugar, cocinar, amar, pensar, descansar, vivir dignamente y construir juntos otro mundo posible.

cultura,subcultura y contracultura

En cada cultura se puede hablar de subcultura, porque las personas que participan en ella no viven de la misma forma. Dentro de cada cultura existen diferencias que vienen dadas por la edad, el nivel socio-económico, la clase social etc.
La contracultura es un movimiento de rebelión contra la cultura hegemónica, que presenta un proyecto de una cultura y una sociedad alternativas. Ejemplos de manifestaciones contraculturales son los siguientes:
  • Las tribus urbanas, como rockers, punkies, skins, etc. Las forman jóvenes preocupados por descubrir una identidad que ni la sociedad ni la familia les proporcionan. Se reúnen entrono a un líder y adquieren un código de expresiones culturales que les diferencian de los demás.
  • Los grupos de ataque social. Cabe destacar entre estos grupos las bandas de los delincuentes, que constituyen una forma violenta y directa de ataque al sistema establecido. También es típico de otros grupos de adolescentes que intentan desestabilizar la sociedad para crear un nuevo estado social, transgrediendo las leyes y haciendo uso de la violencia.
  • Los grupos sociales alternativos responden al vacío que muchos sienten ante un futuro incierto y fugaz. Intentan encontrar un sentido a la existencia a través de distintos medios y rechazan el materialismo social.
Cultura y civilización
Junto al concepto de cultura aparece el de civilización. Sin embargo en el siglo XVIII los enciclopedistas modifican el significado del termino. Según ellos, el ser humano progresa históricamente desde un estado de salvajismo hacia la perfección de la civilización. En este sentido civilización no admite plural: se trata del progreso de la humanidad hacia un estado superior que se desea y se espera confiadamente a alcanzar.
Actualmente civilización es la síntesis de los rasgos generales. Cultura tiene un sentido parcial y civilización más global. La civilización es el elemento más amplio para identificar a una persona.
Obviamente, las civilizaciones se mezclan y la superposición puede generar subcivilizaciones.
Las civilizaciones son dinámicas, progresan, alcanzan su esplendor, decaen, se dividen, se mezclan y en ocasiones desaparecen.
Estudio de la diversidad cultural
La antropología cultural estudia las diferencias entre culturas y su objetivo es describir los diversos modos de vida. La antropología filosófica intenta ir mas allá de la mera descripción y hace un estudio de los otros con la pretensión de que el método comparativo nos lleve a entendernos y orientarnos a nosotros mismos en la organización de nuestra vida. Las dos ramas de la antropología deben tenerse en cuenta para comprender el fenómeno de la diversidad cultural.
El evolucionismo unilineal
Se denomina así porque considera que todas las sociedades han pasado o pasaran por idénticas fases de desarrollo en una misma escala evolutiva:
  • Salvajismo (caza y recolección).
  • Barbarie (agricultura y metalurgia)..
  • Civilización (culturas de carácter urbano y conocimiento de la escritura).
Esto permite establecer una jerarquía de las culturas, de la menos desarrollada a la mas desarrollada.
El difusionismo
A principios del siglo XX aparecen 2 escuelas, una británica y otra alemana, que intentan explicar la diversidad cultural por la historia de los contactos que cada cultura ha tenido a lo largo del tiempo. Estas escuelas distinguen entre las culturas que han difundido pautas culturales o culturas emisoras y las culturas que han recibido la influencia de las emisoras o culturas receptoras.
La escuela británica propone un núcleo civilizador, Egipto; y piensa que los elementos civilizadores se fueron extendiendo en oleadas sucesivas de emigrantes y comerciantes al resto de pueblos.
La escuela alemana considera varios núcleos o círculos culturales a partir de los cuales se expande la cultura gracias a las migraciones y medios de transporte. También mantienen que han existido diversas épocas de expansión.
El neoevolucionismo multilineal
Fue iniciada en le siglo XX por White y Kroeber. Para esta corriente el concepto de evolución es multilineal, es decir, sostiene que no existe una única línea que orienta el desarrollo de las culturas, sino múltiples patrones de desarrollo: las diversas culturas son resultado de adaptaciones diferentes ante contextos distintos.
Por otra parte, no se puede distinguir entre culturas inferiores y culturas superiores; solo hay culturas diferentes, con distintos niveles de desarrollo. Por tanto para establecer una jerarquía de culturas seria preciso aclarar que criterio se emplea. Según el criterio elegido varia la clasificación.
Multiculturalismo
Es un hecho: el hecho de que en un determinado espacio social han de convivir personas identificadas con diferentes culturas. Esto ocurre en ciudades como Nueva York, Londres o Paris en donde en todos ellos hay una cultura central y otras que conviven con ella y se sienten marginadas. Así entendido, el multiculturalismo es un fenómeno antiguo.
Sin embargo, en los últimos veinte años el problema se ha agudizado en la medida en que los pueblos aborígenes, los inmigrantes, los grupos nacionales y algunos otros grupos que se sienten marginados, exigen el reconocimiento y el respecto a su cultura. No desean asimilarse a la cultura central del país en que viven, sino que respecte su propia identidad cultural.
Desde este punto de vista, multiculturalismo significa que una cultura determinada no puede construir el núcleo al que las demás buscan asimilarse sino que hay diversos núcleos culturales relacionados entre sí.
Modelos de multiculturalismo
Multinacionalismo: es el modelo propio de los estados en los que conviven distintas nacionalidades. Las minorías pueden exigir o bien que se les reconozcan derechos de autonomía, o bien construir un Estado distinto.
Polietnicidad: los Estados polietnicos suelen ser el resultado de la inmigración, que da lugar a la formación de distintos grupos étnicos en un mismo territorio. Estos grupos desean integrarse en un sistema político común y piden que se modifiquen las leyes para que sean más acordes a las diferentes culturas.
Conjunto de grupos marginales: un extenso numero de grupos sociales que se sienten marginados por la sociedad en algunos aspectos, reclamaban también respecto y reconocimiento por parte del resto de la sociedad. Es el caso de las mujeres, los discapacitados, los ancianos, los homosexuales, etc.


DIVERSIDAD SEXUAL


Bajo ese término no se alude a la impresionante pluralidad de prácticas y creencias que regulan la expresión sexual en las distintas culturas del mundo. Nuestra información sobre las costumbres sexuales de las demás sociedades es muy limitada, por lo que cuando se habla de diversidad sexual se hace referencia a prácticas no heterosexuales. Las combinaciones posibles de relación sexual entre los seres humanos no son tantas: las personas venimos al mundo en cuerpo de mujer o de hombre, por lo que hay básicamente tres modalidades de pareja sexual: mujer/hombre, mujer/mujer, hommbre/hombre. Pese a que cada cultura otorga valor a ciertas prácticas sexuales y denigra a otras a partir de una determinada concepción de la sexualidad, calificamos de antinatural lo que desconocemos o lo que nos parece extraño.

¿Por qué el primer tipo de pareja, la heterosexual, ha sido considerada la relación “natural”? Por su complementareidad reproductiva. Pero ¿es verdaderamente la reproducción de la especie el sentido esencial del acto sexual? No, sin embargo la tradición cultural judeocristiana occidental planea la inmoralidad intrínseca del acto sexual: el placer es malo y sólo se redime la sexualidad si se vuelve un medio para reproducir a la especie. En tal concepción subyace una creencia: las prácticas sexuales tienen, por sí mismas, una connotación inmoral “natural”, expiable con culpa y sufrimiento. Además, por valorar fundamentalmente el aspecto reproductivo, se conceptualiza la sexualidad como actividad de parejas heterosexuales, donde el coito dirigido a fundar una familia tiene preeminencia sobre otros arreglos íntimos. Por lo tanto la sexualidad sin fines reproductivos o fuera del matrimonio, no heterosexual, no de pareja, es definida como perversa, anormal, enferma, o, simplemente, moralmente inferior.

Hoy se sabe que no es válido, ética ni científicamente, fijar un imperativo moral a partir de un supuesto orden “natural”. Lo “natural” respecto a la conducta humano no existe, a menos que se le otorgue el sentido de que todo lo que existe, todo lo humano, es natural. El término “natural” suele encubrir una definición centrada en la propia cultura (etnocéntrica) que descarta otras sexualidades, estigmatiza ciertas prácticas, porque la “normalización” de los sujetos, y en algunos casos su represión. Si se insiste pensar en sexualidad derivada de un orden “natural”, habrá que hacerlo entonces con el sentido libertario y pluralista de todo lo que existe, vale.

Esa afirmación nos conduce al centro del dilema ético en relación a la sexualidad: ¿todo vale? Sí y no. Aunque todas las expresiones sexuales son dignas, también existen formas indignas, forzadas o abusivas. ¿Cómo plantear una ética sexual que reconozca la legitimidad de la gran diversidad de prácticas sexuales que existen en el amplio espacio social pero que distinga las manifestaciones negativas? Las recientes transformaciones en las pautas de ejercicio de la sexualidad están ubicadas dentro del marco de los derechos sexuales y reproductivos.

Los derechos sexuales y reproductivos son aquellos que permiten que el ejercicio de la sexualidad deje de estar subordinado a la finalidad procreativa, y evitan que la reproducción sea caracterizada como una consecuencia obligada del ejercicio de la sexualidad. Que la sexualidad ya no esté subordinada a la procreación y que no se vea a la reproducción como una consecuencia obligada del ejercicio de la sexualidad ha sido posible gracias al desarrollo de los métodos anticonceptivos. Finalmente en el siglo XX se logra separar los dos objetivos, y darle un estatuto distinto a la sexualidad humana.

Pero lo que verdaderamente introduce una nueva mirada sobre las conductas sexuales de los seres humanos es comprender dos cuestiones fundamentales. La primera es la construcción psíquica en la orientación sexual. El proceso de estructuración del deseo se da en la primera infancia, ocurre de manera inconsciente y no pasa por la voluntad. La fuerza sexual, o líbido, es indiferenciada y se orienta, mediante un complejo proceso, sea hacia las mujeres o hacia los hombres. Por eso Freud pensaba que los seres humanos son originalmente bisexuales y que mediante el proceso de crianza nos decantamos hacia unos u otro sexo.

La segunda es que mujeres y hombres no son un reflejo de la realidad “natural”. Las personas no existen previamente a las operaciones de la estructura social, sin que son producidas por las representaciones simbólicas dentro de formaciones sociales determinadas. Los antropólogos señalan que la prevalencia de un esquema simbólico dualista, donde la complementareidad productiva se extrapola y se piensa que los demás aspectos de los seres humanos también son complementarios. Al simbolizar complementariamente la condición sexual humana, se produce un sistema normativo que propicia que se vean como “naturales” disposiciones construidas culturalmente e impone la heterosexualidad como el modelo. Dicha simbolización “transforma la historia en naturaleza y la arbitrariedad cultural en natural”, como dice Bourdieu. Las personas toman por natural un sistema de reglamentaciones, prohibiciones y opresiones que han sido marcadas y sancionadas por el orden simbólico.

Los seres humanos son el resultado de una estructuración psíquica, de una producción cultural y de un momento histórico. Por eso, la manera en que las personas conceptualizan el cuerpo, el sexo y la sexualidad es de acuerdo a valoraciones subjetivas, culturales e históricas. Con estas condiciones sociales de producción de la cultura, la relación entre sexualidad y ética ha ido cambiando históricamente. La sexualidad ha estado imbuida de un conjunto de aspiraciones y regulaciones políticas, legales y sociales que inhiben muchas formas de expresión sexual al mismo tiempo que estigmatizan ciertos deseos y actos. Es prioritario diferenciar entre la sexualidad y los contenidos simbólicos que les adjudican las personas. Mientras que para unas personas ciertas prácticas per se ilegítimas para otras es el carácter ético del intercambio lo que las vuelve legítimas o ilegítimas.

Lo definitorio en relación a si el acto sexual es o no ético radica no en un determinado uso de los orificios y los órganos corporales sino en la relación de mutuo acuerdo y de responsabilidad de las personas involucradas. Así, hoy en día, en la mayoría de las sociedades modernas y democráticas, cualquier intercambio donde haya verdaderamente autodeterminación y responsabilidad mutua es ético. Tal vez por eso un valor de suma importancia es el consentimiento, definido como la facultad que tienen las personas adultas, con ciertas capacidades mentales y físicas, de decidir su vida sexual.

Por eso en la actualidad, en México, muchas personas empiezan a expresar su desacuerdo con la visión estrecha de la sexualidad. Frente al atraso conservador, que invoca una única moral auténtica” para restringir la sexualidad a sus fines reproductivos, se alza una postura ética que defiende la posibilidad de una relación sexual placentera, consensuada y responsable. Como las premisas valorativas de la sexualidad son subjetivas, culturales e históricas, hay que buscar una valoración ética que se centre en el carácter del intercambio.

En nuestro país el respeto a la pluralidad, en todas sus formas, todavía no es una realidad. Las creencias sociales que troquelan la organización de la vida colectiva estigmatizan lo distinto, lo que se aleja de la norma. Y como la norma es la relación heterosexual, las personas con un deseo distinto lo suelen reprimir, esconder o incluso, negar hasta punto de casarse y trata de vivir como heterosexuales. Son pocas las personas que asumen abiertamente su deseo distinto. Sin embargo, el orden simbólico no es inamovible, se ha ido transformando con el tiempo, y lo seguirá haciendo. Así como se calificaban de antinaturales a las mujeres a principios del s. XIX querían ir a la universidad, y las que a principios del XX querían votar y ser votadas, las personas que a principios del siglo XIX se calificaban como antinaturales son las que quieren tener relaciones sexuales con personas de su mismo sexo.

Pero el tiempo transforma las creencias. La internacionalización de la información ayuda inmensamente y México no puede sustraerse a las tendencias democratizadoras que ocurren en las sociedades desarrolladas. Los valores sexuales defendibles en la agenda política democrática son, a nivel internacional, el respeto a la diversidad sexual, el consentimiento mutuo y la responsabilidad para con la pareja. Si esta pareja tiene cuerpo de hombre o de mujer es, en todo caso, una cuestión irrelevante. Lo imprescindible es que haya respeto, consentimiento mutuo y responsabilidad. La diversidad sexual ahí debe quedar enmarcada.


GENERO Y EQUIDAD

Históricamente la diferencia entre el género humano ha sido marcada fuertemente, desde el inicio de la vida social, económica y política. Desde aquel entonces, la mujer no tenía derecho a ni a ser escuchada, ni a opinar, ni mucho menos a elegir su papel en la familia o  en la sociedad, pues existía una división de trabajo muy diferenciada; el hombre se dedicaba al trabajo y la mujer al cuidado de la casa y de la familia.

Esta forma de vida ha sido infundida a través de las diferentes generaciones, sin embargo poco a poco las mujeres han demostrado tener la suficiente capacidad de actuar en la vida social y económica, logrando excelentes resultados, derivados de la toma de decisiones en el sector político, en las entidades económicas  y en los importantes aportes en la ciencia y tecnología.

La equidad de género es la capacidad de ser equitativo, justo y correcto en el trato de mujeres y hombres según sus necesidades respectivas. La equidad de género se refiere a la justicia necesaria para  ofrecer el acceso y el control de recursos a mujeres y hombres por parte del gobierno, de las instituciones educativas y de la sociedad en su conjunto.

La equidad de género representa el respeto a nuestros derechos como seres humanos y la tolerancia de nuestras diferencias como mujeres y hombres, representa la igualdad de oportunidades en todos los sectores importantes y en cualquier ámbito, sea este social, cultural o político. Es en este último donde es necesario que la mujer haga valer su lugar, sus capacidades y sus conocimientos, su voto, su voz. En el terreno económico, es también de vital importancia lograr la equidad de género, ya que si a la mujer se le restringe el acceso al campo productivo, al campo laboral o al campo comercial, se genera pobreza. En el caso de mujeres estudiantes y trabajadoras, las madres solteras que son el pilar de la familia, ¿Qué pasa si no tienen una fuente generadora de ingresos? Se restringe la educación, el esparcimiento, la recreación, la salud y sobretodo la alimentación.

Actualmente la desigualdad de géneros es una problemática que los gobiernos y organismos nacionales e internacionales tratan de erradicar, pero si bien es cierto que se han tenido grandes avances en el tema, también es cierto que cada día surgen nuevos sectores donde la desigualdad de género, de etnia y de clase social obstaculizan el crecimiento económico y el desarrollo social y humano.





 

No hay comentarios:

Publicar un comentario